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  • Foto del escritorEric Calcagno

#17A: el terraplanismo político en una marcha

La “Flat Earth Society”, o Sociedad de la Tierra Plana, piensa que la verdadera topografía de la tierra es así:


Llegan a esa conclusión en base a una lectura literal de la Biblia. De este modo aplican la geografía conocida a sus principios, lo que nos permite observar el mapamundi de 1893, diseñado por el Prof. Orlando Ferguson, de Hot Springs, que queda en Dakota del Sur. Vemos que la tierra es cuadrada, es estática (porque sino saldríamos todos volando), y está en el centro del universo. Hay cuarto ángeles. Los bordes de la tierra son una barrera de hielo, los astros están apenas a algunos centenares de kilómetros.


Desarrollada a fines del siglo XIX, esta idea de la tierra plana subsistió en la marginalidad, hasta los últimos decenios. Tal vez la aparente caída de los paradigmas que estructuraron el siglo XX, la supuesta victoria del modelo neoliberal, que llegó a ser identificado como el fin de la historia, permitieron el desarrollo de estas perspectivas, minoritarias pero tenaces.


Articulados con el auge de diversos movimientos evangelistas, esa lectura literal de la Biblia comenzó a desbordar los ámbitos de la fé. Mencionemos “el diseño inteligente” como firme alterativa a las teorías de Charles Darwin (entre otros): “el ojo de la mosca es tan perfecto que no puede ser fruto de la evolución”, afirman. Así, ese pensamiento simple ocupa el espacio que antes tenían las diferentes ideologías. Deviene en costumbres sociales, e incluso en proyectos políticos.


Digamos que los terraplanistas no están solos en el rechazo a la modernidad y sus valores. Existe también un movimiento anti vacunas de alcance mundial, donde quizás más abundan las teorías conspirativas. Desde que Bill Gates usará la vacuna anti-COVID para implantar chips, hasta que la vacuna rusa en realidad modifica el ADN, sin olvidar que vacunar un niño lo expone a alergias, al autismo, a convulsiones, al cáncer, a la muerte súbita. Según ellos, la pandemia de influenza de 1918 que mató entre 50 y 100 millones de personas fue provocada… por las vacunas.


La “Children Health Defence” y la “Stop Mandatory Vaccination” son sólo algunas de las organizaciones no gubernamentales que propagan el activismo anti vacunas. Mediante presencia en las redes, en particular publicidades orientadas en Facebook, defienden la idea que la libertad consiste en no aceptar vacunas, sobre la base que estas son parte de un complot del Estado, en complicidad con los médicos y las compañías farmacéuticas.


Analicemos esa idea de libertad, pues pareciera que nos encontramos en un nivel superior del pensamiento reaccionario. Como lo señala Albert Hirschmann, los reaccionarios basan su oposición a todo avance al argumentar que cualquier reforma será perniciosa, no funcionará o será imposible de aplicar, sea el voto femenino o los derechos sociales.


En este caso, los reaccionarios pasan a la ofensiva. Enseñar la teoría de Darwin puede herir convicciones, por lo tanto debe ser optativa, de lo contrario sería una imposición totalitaria. Tampoco dicen que las vacunas no sirven, sino que quieren establecer “la libertad de vacunarse”: el que quiere se vacuna y el que no quiere no. La primacía del individualismo es total: la sociedad no existe. Soy libre.


Aparte de esconder las relaciones de poder realmente existentes, esta posición anti-moderna utiliza los pilares de la modernidad, como la libre expresión, para socavar sus fundamentos. Reclama la libertad para ejercer violencia sobre evidencias científicas, tales que la tierra es redonda, o que las vacunas curan y previenen enfermedades que causaron millones de muertos en la historia.


Ese tipo de subjetividad individual, empujada hasta el ultraje, degrada cualquier debate y pretende resolver cuestiones públicas, que suelen ser relativas, sobre cuestiones de fe, que siempre son absolutas. Un ejemplo de eso fue la manifestación del 17 de Agosto en Argentina.


Pretendemos demostrar que ese acontecimiento refleja la irrupción de esas ideas, que además de simples son erradas, y que trasladadas a la política pueden ejercer una contención del descontento que es nociva para el conjunto de la sociedad argentina y su modalidad institucional desde 1983. En su momento, veremos el 17A en sus textos.


En la situación de pandemia donde nos encontramos, con la infraestructura en salud que tenemos, es esencial adoptar las medidas que corresponden a la situación para controlar las amenazas. Mediante la cuarentena, la distancia social, el correcto uso de barbijos, el gobierno electo en 2019 busca “aplanar la curva de contagios” y sobre todo evitar un cuello de botella en materia de respiradores. Por cierto, habría que hacer más testeos. En apariencia, la idea es resistir hasta que la vacuna llegue.


Esta es la respuesta opositora, en fotos de diferente medios nacionales o provinciales.



Esto es un flyer de convocatoria. Libertad, justicia, seguridad, y contra la impunidad, que viene a ser justicia. Ah, y la Republica. Veremos.



Con una imagen de José de San Martín que parece salida de un libro de Felipe Pigna, vemos la evocación del Libertador en la Patria que supone querría. La propiedad es un derecho humano, por cierto, pero no sabemos si le corresponde a todos los humanos. Quizás un vistazo a la obra realizada en Cuyo por San Martín ayude a un mejor conocimiento. El “campo+ciudad” resalta la idea de confluencia de todos los opositores. El hashtag “GuardianesDeLaRepublica” parece inquietante. ¿De qué República hablan estos republicanitas? ¿Quiénes la guardarán? No salten a la ultima foto, eso es espoilear!



El dióxido de cloro parece ganar adeptos, sobre todo después de su reciente lanzamiento mediático. Trump alienta las inyecciones de lavandina, pero por algún lado se empieza.


En este caso, la defensa por la vida parece compatible con la vacunación voluntaria. Tal contradicción no impide que el señor conductor esté sin barbijo, el barbijo es una clara imposición totalitaria.



Aunque no podemos leer la totalidad del cartel de este ciudadano, parece claro que no le gusta la obligatoriedad de alguna medida sanitaria, y apoya el uso del dióxido de cloro para prevenir el Coronavirus. Hay algo que alega ser “anticonstitucional”, pero no tenemos chequeado que hay leído la Constitución, ni siquiera la de 1994.



El dióxido de cloro, pese a carecer de virtudes preventivas o curativas, parece ser una fija. Muchas personas ven televisión. Uno está sano hasta que se contagia. Imaginemos una persona que tome hesperidina hasta que pase el Covid, entonces podrá decir que la hesperidina lo salvó. Nosotros sabremos que exageró lo dosis de tan noble licor.



En la agresión a periodistas, vemos que a veces la libertad según estos ciudadanes consiste en reafirmar el propio punto de vista y desplazar a quien piensa diferente.



Vemos aquí otro ejemplo de esencialismo republicanita. Esencialismo, dado que lo importante es ser honesto, sin importar lo que puedan ser sus intenciones. Los asesinos seriales, por ejemplo, suelen ser honestos. Replublicanita, porque piensa que los honestos solo pueden hacer bien las cosas. Ese cuento no soporta la menor lectura. Aunque veamos la próxima foto…



Barbijo, distancia social, Teatro Colon de fondo. Lástima que según “Periodista de Perón”, deben como 350.000 pesos de patentes. Otra grave lesión a la libertad de circular, inadmisible. Ya vendrá la convicción republicana, que advendrá en un Audi Q5. La honestidad al palo.



La cuarentena, que fue la única prevención posible frente a cualquier peste, parece ser contraria a la libertad. Al menos para esta ciudadana, que tiene el barbijo bien puesto y además usa guantes. Bien ahí.



Aquí vemos un cartel con falta de ortografía, dignas de otra composición social en términos de “distancia”. Sin esos complejos, vemos que la OMS mata más que el virus… Nooooo… ¿Alguien dijo conspiración?



Aquí vemos una interesante interpretación del derecho a la rebelión, un tema del liberalismo clásico en su lucha contra el absolutismo, desde hace varios siglos. De hecho, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, en Francia, consagra el derecho a la rebelión. No sabemos si estos manifestantes saben de un tal Robespierre. Ni si les gustaría.



Aquí, una opinión de cómo aplicar el “derecho a la rebelión” mencionado ut supra. Juega con las fases de la cuarentena. Tiene el barbijo mal puesto.


A veces, cuando las personas carecen de destino, de sentido, suelen abordar con pasión causas medio esotéricas, que los significan. Así del señor, que sin barbijo decide emprender una causa que, además, compromete a su hijo.


Al menos aquí tenemos el programa político de la oposición. Expresado con toda claridad.


Además del barbijo mal puesto, de nuevo hay problemas con el peronismo, aún cuando se escribe mal en plural. El sueño de un país sin peronistas, que empezó con el bombardeo a Plaza de Mayo, sólo es la consecuencia del establishment que detestó a Yrigoyen, y antes a los federales, y antes a los revolucionarios. Así los desparecidos.


Una vez más, la intromisión del Estado en la vida cotidiana. En este caso, la ciudadana estima que su derecho a respirar aire puro está severamente limitado. El hecho que el COVID-19 sea transmisible por aerosoles parece no impactar en su comportamiento. La posibilidad de contagiar a otras personas, o ser contagiada por ellas, tampoco es relevante. Ni las capacidades de respuesta de un sistema de salud, ajado por las políticas del anterior macrigobierno.

Más allá del uso creativo y la práctica variopinta de la distancia social, constatamos que los párrafos escritos hace un tiempo contra la “infectadura” lograron surtir efecto. En cuanto a la “impunidad”, no sabemos si se refiere a la jurídica o a la intelectual.


Si algo caracterizó al macrigobierno desde el punto de vista cultural, fue la desacralización. Historia, pueblo, próceres, todo debía desaparece frente a la CEOcracia. Habida cuenta del fracaso, al menos queda el rencor. En este caso contra Agustín Tosco. Lo interesante de la agresión es el catálogo anticomunista: la base china, los médicos cubanos, el negacionismo de los desaparecidos, la naturalización de la política, el antiperonismo, la cuarentena, los organismos públicos –del Inadi al ministerio de la mujer, todo a suprimir- , y la reducción del Estado, que al menos en la foto ya perdió una letra. Muy interesante el “menos Marx y más Alberdi”. ¿Qué Marx? ¿Qué Alberdi? Aunque parece que el discernimiento no es demasiado requerido en estos encuentros.


De hecho, muchos integrantes de la “petty bourgeoisie” local, critican a los sindicalistas “burocráticos” por ser “corruptos”; dicen que añoran sindicalistas “honestos”. Agustín Tosco es un sindicalista ejemplar, fallecido en la clandestinidad, tan pobre como lo supo ser Belgrano, o lo ejerció San Martín. Sin embargo, el odio recayó sobre su recuerdo. Doble lección: lo que la “petty bourgeoisie” detesta son los sindicalistas, sean clasistas o no, de los setenta o en el siglo XXI. Sepámoslo.


La oposición no está planteada en términos políticos, lo que es grave. Honestos contra corruptos, sinceros contra mentirosos, buenos contra malos, lindos contra feos, sanos contra enfermos. Y parece que los honestos, buenos, sinceros, lindos y sanos están sólo de un lado; mientras que los corruptos, mentirosos, malos, feos y enfermos están del otro. Gravosa degradación del debate público. Tranquilizador, contenedor, pero falso. Y cuando esa contención busque conducción, entonces será peligroso. O tal vez ya la tiene.

Pero parece que hay una solución…


Interesante producción del “Patriarcado Unido Argentino”, donde la defensa de las dos vidas, de una mujer (desnuda!) y el perfil del soldado evoca otras épocas y latitudes. ¿Serán acaso los guardianes de la República? Ah, una de las acepciones de “guía”, en alemán, es “fuhrer”… Cuidado, que cuando se abren las puertas del infierno, el diablo sale para todos.


Conclusiones. ¿Conclusiones?

Todo este recorrido, a veces teórico, a veces fotográfico, nos lleva de nuevo al problema central: el terraplanismo, los anti vacuna. Representan una expresión ideológica que no es moderna, ni premoderna, ni posmoderna, sino antimoderna. Eso es lo grave.

No aparecieron –todavía- carteles indicando que la tierra es plana. Hablamos de terraplanismo porque entre la metodología de la Flat Earth Society y los repubicanitas del 17A existen demasiadas coincidencias.


Una de las mayores es la degradación de la palabra política. En la construcción de su pensamiento único, el neoliberalismo sacó de la cancha a los objetivos para habilitar sólo la discusión sobre los instrumentos. El terraplanismo político establece una agenda donde lo que está puesto en duda son las evidencias, en especial las científicas: el caso flagrante es el activismo anti vacuna.


En ambos casos, como la viñeta del Prof. Orlando Ferguson (de Hot Springs, Dakota del Sur), estamos frente a un pensamiento plano o chato, con poca profundidad, cuadrado y a la vez guardado por ángeles en sus esquinas. Es estático y todo gira alrededor de él. Tiene una aparente seriedad, aunque sólo sea absurdo.


En el campo del poder, van con la fuerza de la fe como verdad absoluta, donde todo es, por esencia como necesidad, bastante más relativo. De allí la necesidad permanente de la persuasión, la argumentación, el discurso. Pero en pos de mantener posiciones de poder, a veces algunes hacen cualquier cosa. Y cualquier cosa es, a veces, arriesgada para el conjunto.


De nada sirve lamentarse, vivimos un tiempo de excesos, donde pareciera que toda posición que no sea un ultraje no sirve. No vende. Muchos decisores o referentes, cuando no encumbrados funcionarios, cuando no electos, caen en los excesos, lo que es grave, o en el silencio, lo que es a la vez, cómodo y cobarde. Vivimos tiempos donde la sensatez no paga.


La pandemia descubre las fracturas con toda crudeza, y también acelera los procesos sociales. En tiempos de peste, estas posiciones irreconciliables quedan cristalizadas. Los ataques son siempre arteros; las defensas son siempre justas. Sólo vale lo que refuerza el prejuicio. Es un juego donde parece que gana el que hace más operaciones mediáticas, sin importar ver quién gana más allá del término de la semana, horizonte insuperable de nuestro tiempo.


La sacralización de las causas impide cualquier debate. Porque lo sagrado no es el ámbito de la política, pero muchos aceptan ser ungidos para no ser discutidos, y, en el fondo no discutir. Es mucho trabajo.


Pero el ámbito de lo sagrado exige milagros, así como el campo del poder exige hechos. No es una ironía menor que el actual Papa sea una persona que cultiva la convicción política, el compromiso social, cierta visión económica, enmarcadas todas en la modernidad. Por ejemplo, la posición de Francisco con los inmigrantes es, en toda simplicidad, perfecta, adecuada y pertinente. Así le va.


De allí que la infinita pobreza del debate político en la actualidad quede, en todo, desfasado. El 17A asistimos a un evento que es lo exacto inverso del 17 de Octubre. Allí donde “el subsuelo rebelado de la Patria” invadió en “aluvión zoológico” la Plaza de Mayo, en conquista de derechos políticos, como fue el voto femenino, en derechos sociales, como tantos, en derechos económicos, como el IAPI. Una etapa más en el camino argentino a la modernidad. Con millones en las calles… El 17A vimos autos caros blandiendo carteles equívocos. Una demonstración del retroceso. Poco para la mística, por cierto. Los del 17 de Octubre aplaudan, los del 17A sacudan sus joyas, parafraseando a John Lennon.


Pero creemos que sería un error considerar esto como un reflejo “natural” de los gorilas, de los garcas, del conchetaje. Cuidado, la política tiene horror del vacío, y si no hacemos política, pues otros la harán en nuestro lugar, en su propio provecho, para sus propios fines.

Tengamos cuidado de los que gerencian la abundancia, ya sea producto del endeudamiento externo o de alguna renta política. El Terraplanismo no es monopolio de un sector. Pero lo que es característico del establishment es imperdonable en el campo nacional en general y en el peronismo en particular.



 

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