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  • Foto del escritorEric Calcagno

Cristina juega y gana


Al terminar, CFK tuvo un instante de emoción. No era para menos. En la víspera un “fiscal” reclamó contra ella doce años de prisión e inhabilitación perpetua. Llevaba una hora y media de discurso, que habría sido una intervención en el expediente, si es que le hubiesen respetado el derecho de defensa.


¡Extraño procedimiento en verdad! Abandonadas las precauciones en temas de prevención del Coronavirus, estas intervenciones de los “fiscales” hubiesen podido ser realizadas de modo presencial con la distancia social pertinente. Pero no. Salió por Zoom, como si estuviésemos en el pico de la pandemia.


Eso sí, tal configuración tiene algunas ventajas. La primera es evitar la presencia física de CFK, ya que a veces intimida un poco a quien no la conoce y siempre a quien la combate. La segunda es la ventaja para los “fiscales” en la consulta de machetes, que no libros de derecho, o leer con torpeza el teleprompter. Dicen que leer está prohibido en esas instancias procesales. No les importó mucho. Al menos juegan al futbol con abrojos en Olivos. Sólo falta el VAR. O quizás ya esté.


Cristina no leyó. Para ella, el método es más que suficiente. No es muy difícil, aunque requiere cierto arte (que según los griegos es alcanzar la perfección en la técnica). Dividió su presentación en diversas partes, cada cual estructurada en torno de una idea, que luego fue argumentada, para luego presentar las pruebas concretas de los dichos. Las frases aparecieron ordenadas por sujeto, verbo y predicado. Para novedades los clásicos. De vez en cuando alguna digresión, para volver al tema central. CFK siempre mira a cámara, salvo cuando busca ese titular de Clarín o Nación, aquella foto o corroborar un dato preciso.


Así nos enteramos de revalúos de las cotizaciones para cada licitación, así como los sistemas de control que obran en el sector público, las cifras empeñadas en tales obras en Santa Cruz –unos 8.000 millones de pesos- o en la asignación presupuestaria abusiva para el soterramiento del Sarmiento –por 45.000 millones (y por decreto).


Luego, a medida que los mensajes de texto aparecían en pantalla concatenados como cuentas de rosario, cada cual pudo acompañar a Cristina en una investigación, algo que los “fiscales” no hicieron (estarían en los vestuarios, en paños menores conceptuales). Resulta que esos mensajes eran escasos o nulos con Lázaro Baéz, la persona con la que “los fiscales” pretendieron demostrar algo en lo que carecían de pruebas. Esa ausencia de pruebas motivó la aparición de otros elementos de otros expedientes de otras causas. Mala idea.


Cristina nos mostró cómo los mensajes involucran a José López, a Nicky Caputo, a Calcaterra y otros del mismo plumaje… pero no a ella. En el caso de los famosos “nueve-millones-de-dólares-de-la-corrupción-K” que en un alarde medieval López arrojó a un convento, CFK señala que la Reserva Federal de los Estados Unidos identifica como propio un fajo de billetes termosellado destinado a una financiera afín a Angelici, y luego en los bolsos de López. Como diría Umberto Eco, la estructura ausente es la que da sentido al policial. Y es lo que develó Cristina, que compartió con todos la información disponible. Siempre mirando a la cámara.


En este caso, frente a la prohibición de expresarse en estrado judicial, quedó la comunicación al conjunto de la sociedad. Idea, argumento, prueba; sujeto verbo, predicado. Documentos al canto. A los “fiscales” los botines les quedan grandes. Muy grandes. También estimo que hay una evolución en la estrategia de la defensa.


Decimos que un juicio es de connivencia cuando el trámite judicial ajustado a derecho es reconocido y aceptado por las partes, con la confianza de que habrá cumplimiento del debido proceso y sustentación de las pruebas. Sin embargo, los “fiscales” han tomado como elementos probatorios prejuicios, artículos periodísticos y adjetivos descalificativos lanzados la voz en cuello. Estamos en presencia de un juicio político contra CFK.


En este caso, el discurso de Cristina por los medios de comunicación configura un juicio de ruptura: desconoce la capacidad jurídica de los “fiscales” en emitir un dictamen justo. No ha elegido esa opción de antemano, sino que es empujada a tal situación por la posibilidad de ser condenada sin pruebas. De allí que tome las supuestas pruebas contra ella, las saque del terreno elegido por sus adversarios y los lleve al terreno de la confrontración política, donde demuestra la parcialidad de la querella, la inexistencia de pruebas y los delitos cometidos por sus acusadores.


La Presidenta (del Senado) subrayó el mal trabajo de los “fiscales”, incapaces de ver otra cosa que la culpabilidad de ella, ya que no hay pruebas. ¿Y si fuera que esos “fiscales” quieren demostrar que pueden condenar a quien sea, ya sea que existan o no existan pruebas? A fuer de repetir una conocida frase, pareciera que la administración de justicia en sus estratos más elevados conforma el comité jurídico de la clase dominante. Más que “fiscales” parecen sicarios.


Cristina juega y gana. Es que Cristina se jugó, no sólo por ella, sino porque nos quiere hacer jugar a todos, ya que lo que está en peligro es el movimiento nacional que alguna vez supo ser el peronismo. Puede volver a serlo, y para eso nos toca jugar a nosotros. Jugarnos,digo.



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