Eric Calcagno
Perón, o el pensador
Una de las características más importantes de Perón es su dimensión intelectual. Es poco
conocida, y sin duda debemos a grandes Compañeros como Galasso, Piñeiro Iñiguez y
Baschetti -entre otros- la alegría de conocer al General en su escritura.
Si el lenguaje es la casa del ser, entonces leer a Perón siempre es importante. Pero hoy
es indispensable. A modo de modesto homenaje, este 1o de Julio, que recuerda su
partida física hace 46 años, invito a le (re) lectura del “Mensaje Ambiental a los Pueblos y
Gobiernos del Mundo”.
Consideramos importante la lectura de este texto, que lleva la marca de los grandes
pensadores. Entendemos por ¨grandes pensadores¨, aquellos que logran rendir cuenta
de un problema, de un acontecimiento, mediante la reflexión y el análisis. Los que
producen o utilizan categorías de análisis que rinden cuenta de una realidad, los que dan
con el concepto que explica al objeto, como Maquiavelo con la política, o Pascal con la
física..
El exilio le proporcionó a Perón la posibilidad de la escritura, como el único modo de
acción política que le quedaba. Desterrado y perseguido, mientras sus partidarios eran,
como el conjunto del pueblo, reprimidos, torturados y fusilados, no le quedó otra que afilar
la pluma como la espada, que por cierto jamás blandió en contra de sus conciudadanos,
por más gorilas que sean. Los civilizados no se comen a los caníbales.
No es el único de los presidentes que escribió: Mitre desfiguró la historia argentina tanto
como su traducción de la Divina Comedia; Sarmiento nos deja una obra literaria inmensa
e insoslayable; y entonces llegó Perón. Imaginemos por un momento a Juan Domingo,
sonriente, inteligente, pícaro, decirnos “nada más práctico que una buena teoría”.
Por supuesto, este texto, el “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”,
merece una atención particular, a la luz de la Peste que cunde en el mundo bajo la marca
Covid-19. Fue redactado en 1972, aunque parece que aún esta fresca la tinta.
Arriesgamos a decir que con los textos de Perón es algo que suele suceder. Habrá que
acostumbrarse a tal cosa, y seguir con el regalo que nos dejó el General, que es
conversar y discutir con él, aunque parezca que no está.
“Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”.
Escrito por Juan Domingo Perón en 1972
Hace casi treinta años, cuando aún no se había iniciado el proceso de descolonización
contemporáneo, anunciamos la Tercera Posición en defensa de la soberanía y
autodeterminación de las pequeñas naciones, frente a los bloques en que se dividieron
los vencedores de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy cuando aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constituyen el
gigantesco y multitudinario Tercer Mundo, un peligro mayor- que afecta a toda la
humanidad y pone en peligro su misma supervivencia- nos obliga a plantear la cuestión
en nuevos términos, que van más allá de lo estrictamente político, que superan las
divisiones partidarias o ideológicas, y entran en la esfera de las relaciones de la
humanidad con la naturaleza.
Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren
conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la
contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales,
el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología, y la
necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción
mancomunada internacional.
La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo puede
transformarse en la acción a través de los dirigentes político. Por eso abordo el tema
como dirigente político, con la autoridad que me da el haber sido precursor de la posición
actual del Tercer Mundo y con el aval que me dan las últimas investigaciones de los
científicos en la materia.
Los hechos
El ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él
mismo ha creado. Ya es una poderosa fuerza biológica, y si continúa destruyendo los
recursos vitales que le brinda la Tierra, sólo puede esperar verdaderas catástrofes
sociales para las próximas décadas.
La humanidad está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que no llega a
adaptarse a las nuevas condiciones. Su acción va más rápido que su captación de la
realidad y el hombre no ha llegado a comprender, entre otras cosas, que los recursos
vitales para él y sus descendientes derivan de la naturaleza, y no de su poder mental. De
este modo, a diario, su vida se transforma en una interminable cadena de contradicciones.
En el último siglo ha saqueado continentes enteros y le han bastado un par de décadas
para convertir ríos y mares en basurales, y el aire de las grandes ciudades en un gas
tóxico y espeso. Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una
civilización del automóvil que se asienta, sobre un
Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo 2 Juan Domingo Perón
cúmulo de problemas de circulación, urbanización, inmunidad y contaminación en las
ciudades y se grava con las consecuencias de la vida sedentaria.
Despilfarro masivo
Las mal llamadas "Sociedades de Consumo", son, en realidad, sistemas sociales de
despilfarro masivo, basados en el gasto, por el gusto que produce el lucro. Se despilfarra
mediante la producción de bienes necesario o superfluos y, entre estos, a los deberían ser
de consumo duradero, con toda intención se les asigna cierta vida porque la renovación
produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los
artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la saluda humana, y hasta se
apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo
bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores
eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el
pique de los mismos.
No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de los
países tecnológicamente más avanzados, funcionen mediante el consumo de ingentes
recursos naturales aportados por el Tercer Mundo. De este modo el problema de las
relaciones dentro de la humanidad es paradójicamente doble: algunas clases sociales - la
de los países de baja tecnología en particular - sufren los efectos del hambre, el
analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los países
que asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros, tampoco están
racionalmente alimentados, ni gozan de una auténtica cultura o de una vida espiritual o
físicamente sana. Se debaten en medio de la ansiedad y del tedio, y los vicios que
produce el ocio mal empleado.
El espejismo de la tecnología
Lo peor es que, debido a la existencia de poderosos intereses creados o por la falsa
creencia generalizada de que los recursos naturales vitales para el hombre son
inagotables, este estado de cosas tiende a agravarse, mientras un fantasma - el hombre-
recorre el mundo devorando 55 millones de vidas humildes cada 20 meses, afectando
hasta países que ayer fueron graneros del mundo, y amenazando expandirse de modo
fulmíneo en las próximas décadas. En los centros de más alta tecnología se anuncia entre
otras maravillas, que pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casa
harán compras por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos. La
separación dentro de la humanidad se está agudizando de modo tan visible que perece
que estuviera constituida por más de una especie.
El ser humano cegado por el espejismo de la tecnología, ha olvidado las verdades que
están en la base de su existencia. Y así, mientras llega a la luna gracias a la cibernética,
la nueva metalurgia, combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos
teóricos fabulosos, mata el oxígeno que respira, el agua que bebe, y el suelo que le da de
comer y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin medir sus
consecuencias biológicas. Ya en el colmo de su insensatez, mata el mar que podía
servirle de última base de sustentación.
Después de la tierra, el mar...
En el curso del último siglo el ser humano ha exterminado cerca de 200 especies
animales terrestres. Ahora ha pasado a liquidar las especies marinas. Aparte de los
efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos, especialmente costeras, ya
han sido convertidas en cementerios de peces y crustáceos, tanto por los desperdicios
arrojados como por el petróleo involuntariamente derramado. Solo el petróleo liberado por
los buques cisterna hundidos ha matado en la última década cerca de 600.000 millones
de peces. Sin embargo seguimos arrojando al mar más desechos que nunca, perforamos
miles de pozos petrolíferos en el mar o sus costas y ampliamos al infinito el tonelaje de los
petróleos sin tomar medidas de protección de la fauna y flora marinas.
...Y el agua potable
La creciente toxicidad del aire de las grandes ciudades, es bien conocida, aunque muy
poco se ha hecho para disminuirla. En cambio, todavía existe un conocimiento
mundialmente difundido acerca del problema planteado por el despilfarro de agua dulce,
tanto para el consumo humano como para la agricultura. La liquidación de aguas
profundas ya ha convertido en desiertos, extensas zonas otrora fértiles del globo, y los
ríos han pasado a ser desagües cloacales más que fuentes de agua potable o vías de
comunicación. Al mismo tiempo la erosión provocada por el cultivo irracional o por la
supresión de la vegetación natural se ha convertido en un problema mundial, y se
pretende reemplazar con productos químicos el ciclo biológico del suelo, uno de los más
complejos de la naturaleza. Para colmo muchas fuentes naturales han sido contaminadas;
las reservas cuando nos quedaría como último recurso la desalinización del mar nos
enteramos que una empresa de este tipo, de dimensión universal, exigiría una
infraestructura que la humanidad no está en condiciones de financiar y armar en este
momento.
Alimentos y armas
Por otra parte, a pesar de la llamada revolución verde, el Tercer Mundo, todavía no ha
alcanzado a producir la cantidad de alimentos que consume, y para llegar a su
autoabastecimiento necesita un desarrollo industrial, reformas estructurales y la vigencia
de una justicia social que todavía está lejos de alcanzar. Para colmo, el desarrollo de la
producción de alimentos sustitutivos está frenada por la insuficiencia financiera y las
dificultades técnicas.
Por supuesto todos estos desatinos culminan con una tan desenfrenada como irracional
carrera armamentista que le cuesta a la humanidad 200.000 millones de dólares anuales.
A este maremagnum de problemas creados artificialmente se suman el crecimiento
explosivo de la humanidad. El número de seres humanos que puebla el planeta se ha
duplicado en el último siglo y volverá a duplicarse para fines del actual o comienzos del
próximo, de continuar la actual "ratio" de crecimiento. De seguir por este camino, en el
año 2.500 cada ser humano dispondrá de solo metro cuadrado sobre el planeta. Esta
visión global está lejana en el tiempo, pero no difiere mucho de la que ya corresponde a
las grandes urbes, y no debe olvidarse que dentro de 20 años, más de la mitad de la
humanidad vivirá en ciudades grandes y medianas.
Política demográfica
Es indudable pues, que la humanidad necesita tener una política demográfica. La cuestión
es que aún poniéndola en práctica, ya por el retardo con que comenzaremos, no
producirá sus efectos antes del fin de la década en materia educativa, y antes de fin de
siglo en materia ocupacional. Y que además la política demográfica no produce los
efectos deseados si no va acompañada de una política económica y social
correspondiente.
De todos modos, mantener el actual ritmo de crecimiento de la población humana es tan
suicida como mantener el despilfarro de los recursos naturales en los centros altamente
industrializados donde rige la economía del mercado, o aquellos países que han copiado
sus modelos de desarrollo. Lo que no debe aceptarse es que la política demográfica esté
basada en la acción de píldoras que ponen en peligro la salud de quienes la toman o de
sus descendientes.
Qué hacer
Si se observan en su conjunto los problemas que se nos plantean y que hemos
enumerado, comprobaremos que provienen tanto de la codicia y la imprevisión humana,
como de las características de algunos sistemas sociales, del abuso de la tecnología, del
desconocimiento de las relaciones biológicas y de la progresión natural del crecimiento de
la población humana. Esta heterogeneidad de causas debe dar lugar a una
heterogeneidad de respuestas, aunque en última instancia tenga como denominador
común la utilización de la inteligencia humana. A la irracionalidad del suicidio colectivo
debemos responder con la racionalidad del deseo de supervivencia.
Para poner freno e invertir la marcha hacia el desastre es menester aceptar algunas
premisas:
1. Son necesarias y urgentes: una revolución mental en los hombres, especialmente en
los dirigentes de los países más altamente industrializados; una modificación de las
estructuras sociales y productivas en todo el mundo, en particular en los países de alta
tecnología donde rige la economía de mercado, y el surgimiento de una convivencia
biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza.
2. Esa revolución mental implica comprender que el hombre no puede reemplazar a la
naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico general; que la tecnología
es un arma de doble filo, que el llamado progreso debe tener un límite y que incluso habrá
que renunciar a alguna de las comodidades que nos ha brindado la civilización; que la
naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible que los recursos naturales resultan
aceptables y por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre;
que el crecimiento de la población es aumentar la reducción y mejorar la distribución de
alimentos y la difusión de servicios sociales como la educación y la salud pública, y que la
educación y el sano esparcimiento deberán reemplazar el papel que los bienes y servicios
superfluos juegan actualmente en la vida del hombre.
3. Cada nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales. Pero, al mismo
tiempo, cada gobierno tiene la obligación de exigir, a sus ciudadanos el cuidado y
utilización racional de los mismos. El derecho a la subsistencia individual impone el deber
hacia la supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos.
4. La modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica que el
lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad alguna. Y que
la justicia social debe exigirse en la base de todo sistema, no solo para el beneficio directo
de los hombres sino para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios;
consecuentemente, las prioridades de producción de bienes y servicios deben ser
alteradas en mayor o menor grado según el país de que se trate.
En otras palabras: necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y
desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las
necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y
disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental.
5. Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo. No se
puede construir una nueva sociedad basada en el pleno desarrollo de la personalidad
humana en un mundo viciado por la contaminación del ambiente exhausto, y la sed, y
enloquecido por el ruido y el hacinamiento. Debemos transformar a las ciudades cárceles
del presente en las ciudades jardines del futuro.
6. El crecimiento de la población debe ser planificado, en lo posible de inmediato, pero a
través de métodos que no perjudiquen la salud humana, según las condiciones
particulares de cada país (esto no rige para la Argentina, por ejemplo) y en el marco de
políticas económicas y sociales globalmente racionales.
7. La lucha contra la contaminación del ambiente y de la biosfera, contra el despilfarro de
los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades, debe iniciarse ya a nivel
municipal, nacional e internacional. Estos problemas, en el orden internacional, deben
pasar a la agenda de las negociaciones entre las grandes potencias y a la vida
permanente de la Naciones Unidas con carácter de primera prioridad. Este, en su
conjunto, no es un problema más de la humanidad; es el problema.
8. Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con la justicia social, el de
la soberanía política y la independencia económica del Tercer Mundo, y la distensión y la
cooperación internacional.
9- Muchos de estos problemas deberán ser encarados por encima de las diferencias
ideológicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los Estados unidos
dentro de la comunidad internacional.
Nosotros los del tercer mundo
Finalmente deseo hacer algunas consideraciones para nuestros países del Tercer
Mundo:
1- Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los
monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de
industrialización y desarrollo, en los centros de alta tecnología a donde rige la economía
de mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción
alimenticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes.
Por eso, cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer
Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir mañana.
2- De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos
aferrados a métodos de desarrollo, preconizados por esos mismos monopolios, que
significan la negación de un uso racional de aquellos recursos.
3- En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones
regionales y a la acción solidaria.
4- No debe olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países del Tercer
Mundo es la ausencia de una auténtica justicia social y de participación popular en la
conducción de sus destinos. Sólo así se estará en condiciones de enfrentar las
angustiosamente difíciles décadas que se avecinan.
La Humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma.
En esta tarea gigantesca nadie puede quedarse con los brazos cruzados. Por eso
convoco a todos los pueblos y gobiernos del mundo a una acción solidaria.